Solo es verdad aquello que es eterno.
La eternidad es efimera a los ojos de los mortales.
Se escapa a otro tiempo.
A un tiempo sin pasado ni futuro.
A un tiempo que es vacio.
El vacio es el tiempo de la emocion de los espacios contenidos en el silencio.
Para llegar a ese parentesis del alma es necesaria la muerte.
Solo muere aquello que es superfluo.
Y entonces solo queda el gesto.
El profundo conocimiento de cada tecnica, de cada rito, de toda liturgia, tiene un unico sentido y es ese vacio conseguido con el silencio de un alma que se conecta con la pulcritud de la libertad que eleva al hombre y a quien le contempla a un reino de los cielos de la verdad.
La verdad es la elevacion de lo grosero a estadios de vacuidad y el ascenso espiritual de una via de conocimiento que te allega a sentir como inverosimil lo cotidiano y solo permaneces en el estadio heroico de aquello teñido de la grandeza intangible de lo momentaneo, dibujado en un aire de infinitos vuelos y circulos recreados de pulcra quietud e intuicion de el instante acaecido como la paz que combina la fuerza y la inteligencia en una imposibilidad de conseguir poesia sin palabras y danzas oniricas en la acritud de la acometida del ser a el no ser que se desvanece en si.
El comprender el amor en el dolor y aun asi no sentirlo.
Y el amor que se derrama en muerte de quien previamente muere.
Solo si estas dispuesto a morir previamente puedes robar, al dios de la codicia, la vida.
La vida sin vida, la muerte en vida se convierte en una utopia sucedida.
Y, como el mas bello de los amores empieza por olvidarse del si.
Soñar ante lunas en tardes de sol se convierte en oracion, en mistica, en zen, en tauromaquia, ser o no_ser.
...no le busques sentido, no lo tiene.
miguel mochales, maestro zen.
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